Vivimos en un mundo donde reconocemos los avances que el conocimiento científico ha alcanzado y en el que muchas veces resulta imposible entender nuestra existencia fuera de dicho progreso. Sin importar que nos encontremos ligado al quehacer científico o que solo seamos beneficiarios finales de los logros que este conocimiento alcanza, la realidad es que hacer ciencia es una actividad que se percibe de manera positiva. Ante tal situación, comprender los atributos que posee el conocimiento científico e identificar los fines que persigue; así como conocer los pasos que definen su correcto abordaje son aspectos que nos permiten interiorizar sobre el proceso de construcción de esos conocimientos y el impacto que provocan.
No podemos ver el conocimiento científico como el fin último en la búsqueda de la verdad, por el contrario, hacer ciencia da paso a una pluralidad de realidades que nos sujetan a nuevas dudas, nuevas búsquedas, nuevos problemas; dando paso al principio de sistematicidad que poseen los problemas científicos. “A diferencia de los no científicos, los problemas científicos son miembros de sistemas problemáticos, o sea, constituyen conjuntos de problemas lógicamente interrelacionados”. (Bunge)
Esta caracteriza del conocimiento científico y su evolución histórica poseen un relevante valor interpretativo que se estudia a partir de la filosofía de la ciencia. Ahora bien, no todo sucede o se entiende a través de la ciencia, sino que para poder estudiar -desde la filosofía- como se construye el conocimiento científico es necesario que los hechos/realidades conserven los siguientes presupuestos filosóficos: realismo ontológico, naturalismo general y la inteligibilidad gnoseológica.
El conocimiento científico es descriptivo, predictivo y explicativo, pero sin importar que refiera a lo formal o lo fáctico su principal fin es la explicación, apoyándose en modelos y teorías para explicar sus proposiciones. “La ciencia es fundamentalmente explicativa pues intenta explicar los hechos en términos de leyes y las leyes en términos de principios”. (Concari)
Alcanzar la explicación que persigue la epistemología no resulta tarea sencilla, ya que requiere de un abordaje a través de métodos y teorías. Bunge establece que los problemas científicos no nacen en el vacío, sino en el humus de un cuerpo de conocimiento preexistente, ahora bien, estos conocimientos solo pasan a ser científico cuando lo problematizamos. Problematizar una realidad dada[1] nos direcciona a continuar con una serie de pasos organizados lógicamente que nos permiten alcanzar los objetivos propuestos (método). Las teorías, a su vez, son un conjunto de conocimiento validados y aceptados por una comunidad científica que proporcionan un marco explicativo que enriquecen el abordaje de la problemática de trabajo.
Conclusión
La filosofía de la ciencia se encarga del estudio de aquellos conocimientos que se plantean sobre un trasfondo científico. Es requisito cumplir con los tres presupuestos filosóficos para así superar las ligerezas del conocimiento común. Todo este entramado encuentra curso en los procesos metodológicos que implica la investigación científica.
Bibliografías
Bunge, M. (s.f.).
Concari, S. B. (s.f.). El problema de la explicación cientifica: teorias y modelos.
[1] El primero de los presupuestos descritos en este ensayo.